La noche del lunes salí de mi casa a tomar la micro para ir a ver a un muy buen amigo mío.
Llegué al paradero a las 21.19 hrs. A las 21.32 llegó otra niña al mismo lugar, y a las 21.45 un hombre de avanzada edad.
Recuerdo la hora de cada llegada porque miraba el reloj bastante seguido.
A las 22.00 hrs. yo estaba aburrido, desesperado e impaciente por la situación, la micro nunca llegaba. Decidí conversar con las otras dos personas que estaban en la misma situación que yo.
- Disculpe, caballero ¿hacia dónde va usted?
- Al final de San Martín.- respondió él.
- Y tú ¿a dónde vas?- pregunté a la niña.
- Al sector Sevilla.
- Entonces -continué- ¿les parece si mejor pedimos entre los tres un taxi y le preguntamos si nos cobra el valor de los tres pasajes hasta el final de San Martín? Por último así nos acerca un poco más a nuestros destinos.
La primera en responder fue la joven:
- Sí, me parece muy bien, yo llevo mucho rato esperando.
- ¿Pero hasta qué horas pasan micros?- preguntó el hombre.
- Hasta las 11 parece.- le respondimos al unísono.
- ¡Ah! pero todavía es temprano. -miró su reloj- Son recién las 10 y cuarto.
Esas palabras me hicieron caer en cuenta de que el hombre no iba a ceder. Intenté convencerlo explicándole que yo llevaba una hora esperando, pero para él no fue razón suficiente.
- Entonces ¿qué va a hacer, caballero?- pregunté después de largo rato de conversación.
- Voy a seguir esperando.- respondió serenamente. Luego de eso me despedí y me fui caminando al centro a tomar colectivo.
Mientras caminaba pensaba en que seguramente ellos seguirían esperando mucho rato más.
Me daba rabia que el hombre no hubiese sido capaz de sumarse a mi idea, pero me consoló saber que seguramente lo que lo diferenciaba a él de mí -o de la joven- era que no había perdido la esperanza; él confiaba en que la micro llegaría, yo encambio necesitaba estar seguro, necesitaba certeza.
Probablemente esa es una característica de mi generación que a la larga nos impide correr riesgos y aventurarse: la necesidad de estar seguros antes de hacer algo.
Quiero arriesgarme en las cosas grandes, pero no soy capaz de arriesgarme a esperar una micro.
¿No es eso una contradicción y un atentado a la esperanza? Y pensar que dicen que los jóvenes somos la esperanza del mundo.
Buena entrada. jaja
ResponderEliminarno la habia leido..gracias alvaro, realmente me hiciste el día...sigue escribiendo hermano y alivianandonos la carga con tus reflexiones
ResponderEliminarun abrazo.
Gracias a ti por leer, Sebastián.
ResponderEliminarYo feliz de escribir =)
un abrazo