Y la gente se preguntaba en silencio cada vez que los
felicitaba sin entenderlos “¿Por qué se casan tan jóvenes?”. Y es que hoy no
estamos acostumbrados a atarnos de por vida a nada, a una ideología, a una fe,
a una opción política, ni siquiera a un sueño… cuando ¿no es la juventud
precisamente el mejor tiempo para eso? Nos da miedo lo profundamente eterno en
un mundo que se enorgullece de su instantaneidad superficial.
Y casarse, aunque no importa a la edad que sea, es
arriesgare y aventurarse en algo poderosamente noble que en ningún caso debiera ser
considerado como un error… porque, a mi juicio, ninguna aventura es un error. Ninguna.
¿No es la juventud la edad de la locura y del amor? ¿No es
el matrimonio de dos jóvenes exactamente el resultado de estas dos cosas? La
vida necesita de locos, y también necesita de amantes. Pero sobre todo necesita
de personas que encarnen ambas.
¡Felicidades amigos!