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miércoles, 28 de abril de 2010

LITERATURA Y NIÑO (Parte 3)

Sin embargo, así como seguramente muchos coincidirán en la importancia de la LIJ y de la literatura en su totalidad como herramienta efectiva para conocerse a sí mismo, muchos coincidirán también en que los “adjetivos” infantil y juvenil pueden ser el gran peligro de la LIJ. Así lo argumenta la escritora argentina antes citada: El gran peligro que acecha a la literatura infantil y a la juvenil en lo que respecta a su categorización como literatura es justamente el de presentarse a priori como infantil o como juvenil. Lo que puede haber de "para niños" o "para jóvenes" en una obra debe ser secundario y venir por añadidura, porque el hueso de un texto capaz de gustar a lectores niños o jóvenes no proviene tanto de su adaptabilidad a un destinatario sino sobre todo de su calidad* y, podemos añadir siguiendo con la idea anterior, proviene también de su capacidad de lograr que el niño-joven lector se conecte consigo mismo y con su entorno.

El camino de la Literatura Infantil obviamente no ha sido fácil -casi en paralelo como el camino del niño de conocerse a sí mismo- y así lo describe muy bien Joel Franz Rosell: La literatura infantil ha debido luchar a lo largo de su historia […] contra la instrumentalización, como su utilización como medio de educación, de armonización social, de transmisión de una concepción del mundo. La batalla es más encarnizada puesto que la literatura infantil también se revela como parábola de la complejidad del hombre, que no se forma sin deformarse, que evoluciona continuamente y desbarata todo intento de modelización o simplificación de lo humano.

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(*) Conferencia pronunciada por la escritora argentina María Teresa Andruetto el 5 de julio de 2008 en la Jornada de Literatura Infantil y Juvenil celebrada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

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