Sé que no
hay detrás ninguna mala intención. Sé que son muestras de cariño y de
solidaridad muy valiosas y, en algunos casos, muy útil. El tema es que desde
que nos enteramos que estamos esperando guagüita, mucha –muchísima- gente se ha
acercado a decirnos lo que debemos y, sobre todo, lo que no debemos hacer; lo
que es y lo que no es recomendable para la niña; como hacerla dormir, cuando
darle de comer, con que ropa vestirla… etc.
Creo
profundamente que como seres humanos, de manera innata, tenemos las
herramientas necesarias para ser padres-madres. No quiere decir con esto que
estemos preparados y que no hay nada que aprender, al contrario, de seguro que
es un proceso que nunca acaba. Es más, yo confieso que, cada día que pasa, me
siento más inexperto, nervioso y expectante ante esta nueva realidad… Lo que sí
tengo claro es que el cuerpo, el corazón van hablando e invitando a actuar de
manera casi refleja ante el crecimiento de una hija.
Como siempre
digo en clases cuando hablamos de lo que es bueno y lo que es malo: el primer
criterio es la conciencia. Todos de manera innata sabemos cuándo algunos de
nuestros actos son incorrectos, algo en el corazón nos lo dice, nos enorgullece
y libera si es bueno; nos incomoda y avergüenza si es malo… Lo mismo sucederá
cuando nazca Celeste Agustina, estoy seguro. Sabremos en lo profundo del
corazón qué es bueno y qué es malo para la niña.
Por ahora
seguiré escuchando paciente los consejos de muchos padres y madres generosos
que comparten su experiencia con nosotros, pero con la claridad de que es eso:
UNA experiencia de UNA pareja de padres con UNO de sus hijos. Yo seguiré
construyendo la mía.
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