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lunes, 29 de octubre de 2012

LOS BUENOS EXTREMOS (2nda parte)

De pronto vi al caballero que estaba delante de mí. Sus ojos serenos, su atención centrada en el pequeño y su sonrisa inconmovible en el rostro. Hasta le empezó a hacer gracias a este angelito. 

No pude enojarme. 
Ese caballero, bastante mayor que yo, bastante más cansado seguramente, había optado por permanecer tranquilo y sacar provecho de la situación, de contemplar y disfrutar al niño. Yo en cambio -joven, con la vida por hacer- me había enfrascado en un sentimiento de angustia e ira sin ninguna razón de peso. En ese lugar sólo eran felices el viejo y el niño.

Los niños van. Los viejos vienen de vuelta.
Los jóvenes creemos que avanzamos, pero estamos parados más veces de lo que somos capaces de darnos cuenta.

2 comentarios:

  1. Se dice que los mayores cada vez se parecen más a niños pequeños, puede ser el cierre del ciclo, no lo sé, pero en medio quedamos los de las prisas, los del cabreo, los de las preocupaciones por pequeñeces, ellos, niños y mayores, ven la vida de otra forma, ya están de vuelta y aún no han empezado. Un abrazo... por cierto.. ¿que tal el niño?

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    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras, elsillondepapa. Por alguna razón acabo de ver este comentario.
      El niño era pequeño con esa cara de travieso que caracteriza a esos muchachos.

      saludos!

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