No hago más que aventurarme en el camino de lo cierto, que genera dudas, que es frágil, pero que es la realidad: guardo mis audífonos y decido escuchar la canción más hermosa, la canción de la verdad. Y no es hermosa en sí misma, no es hermosa en su armonía musical, sus acordes acertados, sino en su sinceridad y autenticidad.
Y es que enfrentarse a la relidad siempre es un reto, siempre es más difícil y pudiera vivir la vida fingiendo otra vida de fantasía, pero ¿qué sentido tendría? ...probablemente ninguno.
Prefiero un ruido desagradable pero honesto, antes que una música que es morfina vital.

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