Nuevamente confirmo nuestro miedo de compartir con el otro.
Hoy en la micro íbamos doce personas, todos sentados solos. Cuando subió la decimotercera persona se vio obligada a sentarse con alguien, pues no había más asientos vacíos.
Me sigo preguntando si lo hubiese hecho aunque hubiese habido espacio.
Me sigo preguntando si se cambió a mi puesto cuando yo me bajé.
Tal vez, o tal vez conversaron como a veces nos sucede en el Transantiago (aunque suene raro).
ResponderEliminarBuen verano. Feliz verano. Gran verano.
Dejaremos una huella, qué duda cabe.
Curiosa reflexion la que has hecho!! Seguramente en cuanto se bajó del bus su acompañante de quedó mas agusto jejeje, así somos todos! ( o eso creo)
ResponderEliminarPor cierto, muchas gracias por tu comentario en mi blog!!
besotes