LA OTRA SUDÁFRICA

“Faltan X días” reza en una esquina de la pantalla en cada canal de TV, acrecentando las expectativas ante la llegada del mundial de fútbol de Sudáfrica. (Que quede claro que me incluyo entre esos impacientes televidentes, especialmente después de esperar 12 años para ver a mi selección jugar nuevamente en un campeonato de esta categoría).

Está bien. Es un espectáculo mundial maravilloso y, aunque escriba mil palabras en esta entrada, cada cual más acertada y persuasiva que la anterior, el Mundial de Fútbol no va a dejar de ser ese grandioso show.

Pero no puedo evitar pensar en esos enormes estadios mundialistas -que requirieron de años para ser construidos y millones de dólares para ser financiados- rodeados de un pueblo que anhela justicia e igualdad de oportunidades, de un pueblo que aún recuerda su dolorosa historia, de un pueblo que sufre y que es, sin embargo, privilegiado en África en comparación a otros países subsaharianos.

A pesar de lo expectante que estoy ante el inicio del mundial, reconozco que existe en mí una expectativa ante lo que sucederá con “la otra Sudáfrica”, con la Sudáfrica verdadera una vez que sea conocida por el mundo; lo que sucederá con los otros partidos y los otros campeonatos que se juegan en esas tierras, esas contiendas por la familia, esas contiendas por la justicia, esas contiendas por la vida.

¿Cuántos días faltarán para que esos partidos acaben de una vez?