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jueves, 28 de octubre de 2010

POR UN CONSTRUCTIVISMO REAL

Qué fácil es denominarse constructivista y desentenderse de toda responsabilidad por el aprendizaje de los alumnos… perdón, educandos. Qué fácil es convertirse en un “supervisor” o “monitoreador” de lo que hacen los alumnos sin intervenir a menos que se estén equivocando.

Porque al educar desde un paradigma constructivista se puede caer en creer que el estudiante debe hacerlo todo. Él debe buscar información. Él debe construir conocimiento. Él debe crear representaciones mentales. Él debe reflexionar. Él debe ser el protagonista de la clase…
¡Es cierto! El estudiante debe hacer todo esto… pero él por sí solo -en especial los más pequeños- no sabrá donde buscar, él estará perdido a la deriva en medio de un bombardeo de información de diferentes fuentes muy distintas.
Él, por sí solo -en especial los más grandes- no se sentirán animados por aprender siendo motivados por cientos de otros estímulos mucho más atractivos y llevaderos.
Él, por sí solo -y esto corre para todos- no podrá ser protagonista si no se le presenta una historia que protagonizar.

Aquí está, más que nunca, viva la labor del Profesor. Aquel que debe motivar, guiar, mostrar un horizonte y muchos caminos. El Profesor como mediador. Como puente. Más aún, el Profesor debe salir al encuentro de sus estudiantes, no conformarse con quedarse en su oficina esperando que lleguen a preguntar dudas.

Un Profesor constructivista no se conforma con enseñar, sino con que sus educandos aprendan.

martes, 26 de octubre de 2010

OLVIDADOS EN MEDIO DEL FRÍO (Mención honrosa)

Hoy me han comunicado que recibí una mención honrosa entre más de 200 participantes en el concurso de cuentos "3:34, Mi relato del terremoto" organizado por Editorial Nueva Patris.
Los cuentos ganadores serán publicados en el facebook de Editorial Nueva Patris.

Les dejo el mío para ver que opinan.


Olvidados en medio del frío.

Como cada noche, dormían en la calle, junto a un paradero de micros y entre algunos cartones esperando que alguien se apiadara de su situación dándoles algo de comer o algún abrigo. Se veían forzados a agruparse para aplacar el frío aún en verano. La madre de los tres pequeños estaba preocupada de los gemelos, los menores, pues no se habían sentido muy bien de salud durante los últimos días. Sin embargo eso no era lo que más los preocupaba: los cuatro tenían un sentimiento extraño esa noche y, a pesar del cansancio por haber caminado todo el día por la ciudad en busca de alguna oportunidad que cambiara su situación actual, ninguno podía dormir.

El mayor de los hermanos intentaba conciliar el sueño y mantenía sus ojos cerrados. Al abrirlos se dio cuenta que sus dos hermanos pequeños también estaban despiertos. Se miraron fijamente y, sin saber porqué, se abrazaron aún más fuerte. El mayor miró a sus hermanos con un rostro que reflejaba una extraña preocupación. Antes de poder expresarles algo comenzó a moverse el suelo, dejando caer unos cartones y unas ramas de un árbol cercano sobre ellos. No supieron que hacer, nunca habían vivido algo similar y, sinceramente, no sabían lo que sucedía. Los gemelos estallaron en llanto. La madre intentó mantener la calma pero fue imposible, uno de los pequeños comenzó a correr hacia la calle y ella lo siguió indicando al primogénito con la mirada y un gesto con su boca que se quedara cuidando al otro gemelo. Ella corrió fuertemente y cuando lo alcanzó le vociferó por lo que acababa de hacer mientras la tierra seguía aún en movimiento.

El sismo ya cesaba, pero la tranquilidad no volvía. Los hermanos y su madre se abrazaron nuevamente y se acariciaron con la conformidad de estar todos juntos. La gente salía a la calle y pasaba por al lado de la familia vagabunda como si no existieran, estaban muy preocupados de sus propios problemas. Se sentían olvidados, hasta que un niño que caminaba junto a su padre se detuvo junto a ellos y dijo:
- Papá, mira ¿por qué a ellos nadie los ayuda?
- Porque... eeh.- El hombre no sabía muy bien qué responder, se sentía avergonzado.
- ¡Ayudémoslos nosotros!- insistió el pequeño.
- Está bien.- dijo el padre agachándose y acariciando al mayor de los hermanos.
Al ver esto y notar la acogedora actitud del niño y su padre, los gemelos comenzaron a mover su cola y luego la madre ladró alegremente dando vueltas alrededor del niño.
Desde ese día los cuatro perritos encontraron un hogar donde vivir, y nunca nadie los olvidó.

viernes, 8 de octubre de 2010

HERMANA DUDA (1era parte)

Soy jardinero de mis dilemas

Hermana duda,
pasarán los años,
cambiarán las modas,
vendrán otras guerras,
perderán los mismos
y ojalá que tú
sigas teniéndome a tiro,
pero esta noche,
hermana duda,
hermana duda,
dame un respiro.

Hermana duda,
pasarán los discos,
subirán las aguas,
cambiarán las crisis,
pagarán los mismos
y ojalá que tú
sigas mordiendo mi lengua,
pero esta noche,
hermana duda,
hermana duda,
dame una tregua.

"Hermanda Duda" Jorge Drexler

viernes, 1 de octubre de 2010

AMAPOLA

Amapola es el nombre de mi gata.
La tenemos en la casa hace casi dos años.
Es muy linda, gorda, peluda, suave, juguetona y muy divertida. Pero no es muy cariñosa. De hecho, cuando quiero hacerle cariño, no hace más que morderme y rasguñarme...

Sin embargo, cuando estoy apurado -listo para ir a clases por ejemplo- y aún así me doy un tiempo para acariciarla un poquito, pareciera ser que valora mucho más mi actitud.

Antes decía: "Ley de Murphy. Ahora que no tengo tiempo quiere regalonear". Pero ahora pienso que quizás ella le da mucho más valor a ese tipo de actos, cuando son realmente más difíciles de hacer.
Tiene más mérito el cariño, si estoy dándole parte de mi tiempo más valioso.