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jueves, 28 de octubre de 2010

POR UN CONSTRUCTIVISMO REAL

Qué fácil es denominarse constructivista y desentenderse de toda responsabilidad por el aprendizaje de los alumnos… perdón, educandos. Qué fácil es convertirse en un “supervisor” o “monitoreador” de lo que hacen los alumnos sin intervenir a menos que se estén equivocando.

Porque al educar desde un paradigma constructivista se puede caer en creer que el estudiante debe hacerlo todo. Él debe buscar información. Él debe construir conocimiento. Él debe crear representaciones mentales. Él debe reflexionar. Él debe ser el protagonista de la clase…
¡Es cierto! El estudiante debe hacer todo esto… pero él por sí solo -en especial los más pequeños- no sabrá donde buscar, él estará perdido a la deriva en medio de un bombardeo de información de diferentes fuentes muy distintas.
Él, por sí solo -en especial los más grandes- no se sentirán animados por aprender siendo motivados por cientos de otros estímulos mucho más atractivos y llevaderos.
Él, por sí solo -y esto corre para todos- no podrá ser protagonista si no se le presenta una historia que protagonizar.

Aquí está, más que nunca, viva la labor del Profesor. Aquel que debe motivar, guiar, mostrar un horizonte y muchos caminos. El Profesor como mediador. Como puente. Más aún, el Profesor debe salir al encuentro de sus estudiantes, no conformarse con quedarse en su oficina esperando que lleguen a preguntar dudas.

Un Profesor constructivista no se conforma con enseñar, sino con que sus educandos aprendan.

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