Querida tía
Eliana:
Cuando nos conocimos solo éramos unos niños con la vida por delante, con
miedos, con anhelos y con mucho que aprender. Usted, bien lo sabía, y se
esforzó en derribar esos miedos, en alimentar esos anhelos y en enseñarnos mucho
más que contenidos.
No olvidaremos que nos recibía con un abrazo y un beso al entrar a la
sala. Que nos contenía cuando estábamos tristes. Que nos felicitaba cuando
lográbamos algo. Que nos exigía cuando nos portábamos mal… en definitiva, que
nos educó para llegar a ser lo que somos hoy.
Ya sea como Profesora Jefe o como Directora del Colegio, nos queda su
mirada dulce, su sonrisa permanente y su cariño inagotable. Al recordarla nos
inspira tranquilidad, nos provoca nostalgia, pero por sobre todo brota una
palabra: gratitud.
A través de estas palabras y estas flores queremos agradecerle por tanto.
Tal vez no éramos tan conscientes de su contribución a nuestras vidas hasta
hoy, cuando se marcha al encuentro con el Padre Celestial, sin embargo tenga
claro que, a pesar del tiempo y la distancia, esta gratitud es eterna.
Ahora le toca enseñar en el Aula más importante y seguir aprendiendo del
Maestro más sabio, pero sepa que hoy, que ya somos adultos y el niño pequeño
que la conoció está lejos en el tiempo, queremos decirle que hay un grupo de
alumnos que nunca la olvidarán. GRACIAS TÍA ELIANA. Hasta siempre.
1° básico “A”, 1992 Colegio San Francisco
8° básico “A”, 1999 Colegio Siglo XXI